lunes, 7 de abril de 2025


ENTRE LA humildad y la presunción en los debates literarios, siempre hay que apostar por la segunda, porque la presunción nos expone a un ridículo nutritivo que nos obliga a leer y pensar más en lo leído, con vistas a las siguientes polémicas, con el fin de no incurrir en nuevos ridículos. El que se abona a la humildad, en cambio, como en todos los sembrados, se libra de cualquier riesgo y se complace en hallarse en la posición buena, pero se estanca.