lunes, 7 de abril de 2025


NUNCA HE fumado un cigarro en mi vida, ni siquiera una sola calada, ni he tomado más drogas que alcohol de baja gradación (cerveza y vino), un vicio del pasado que también ha desaparecido de mi vida de la forma más simple, desde hace al menos seis años, pues mi gusto y mi cuerpo ya no lo soportan. Pero sin duda la figura de mi padre ayuda en este rechazo: mi padre es la figura que mayor atracción ejerce en mi vida, hasta el punto de que mi padre soy yo, pero a la vez también lo rechazo en tres frentes: por todo lo que fumaba, por todo lo que bebía y por haber tenido cuatro hijos cuando no estaba dispuesto a encargarse de ellos.

Tampoco quiero decir que los errores con los que yo me estoy destruyendo sean mejores que los de él. Al contrario. Pero sería una estupidez que yo me pusiera a fumar o a beber o a dejar descendencia, teniendo a la vista su ejemplo, cuando por mi pasión de palabrista soy una persona en situación de generar otro tipo de drogas y otro tipo de hijos.