miércoles, 2 de abril de 2025


PENSANDO ESTA tarde en las hogueras de Nietzsche. No sé dónde leí (¿en algún cuaderno de Jiménez Lozano?) que Nietzsche se puso a encender hogueras en las montañas de los Alpes para superar su ruptura con Lou Andreas Salomé. Hacía una hoguera y daba rienda a su tristeza hasta que se consumía, después se iba trescientos metros más allá y hacía otra, y así. Es una anécdota muy bonita que me lleva a otra mucho más esencial, la de Lou recalcándoles a Nietzsche y a Ree que no estaba interesada en el sexo, que no quería eso, causándole a Nietzsche el efecto contrario, pues la pretendió más a raíz de esa revelación, igual que yo pretendí más a Iratxe cuando me dijo que odiaba la penetración. También hay otra historia famosa por ahí, de una mujer que se pone muy erótica con Nietzsche... y Nietzsche lo pasa tan mal que al final escapa por la ventana.

Si hay un secreto en Nietzsche es que está aterrado ante las mujeres, a las que desea con locura pero a las que no se quiere follar (no sabemos por qué, aunque Safranski dice que los rumores no demostrados sobre su homosexualidad ya eran corrientes en su época). Igual tiene lo mismo que yo, si supiera lo que tengo yo :) Esta confusión sexual contribuye a que Nietzsche no se asiente como persona ni como personaje público: todos los testimonios que tenemos sobre él, incluidos los de sus amigos, es que el más brillante de los escritores no era una persona brillante en las reuniones sociales. Pocas cosas aíslan más que una disfunción sexual (Gogol, Pessoa, Borges): el que no se comprende sexualmente se sitúa fuera de la sociedad y a menudo contra ella.