PENSÉ, POR influjo de Luces de bohemia de Valle-Inclán, que la repetición machacona de "admirable" era algo que había puesto en circulación Rubén Darío, pero descubro leyendo el Diario íntimo de Juan Ramón Jiménez que en realidad fue una palabra-comodín que utilizó todo el modernismo:
Salen. Los demás repiten "admirable, admirable", con vario tono, relijioso, corriente, murmurado. "Admirable" es la palabra alta de la época, "imbécil" la baja. Con "admirable" e "imbécil" se hizo la crítica modernista. Rubén Darío, por ejemplo, "admirable"; Echegaray, "imbécil", por ejemplo.